Apetecible...

Siempre y cuando la tristeza no se me vuelva apetecible, debería yo poder volver a entrar en ese espacio, sin el miedo a quedarme atrapada alli, adicta al dolor y a la culpa.... Se escaparon mil voces y cuando estuve de vuelta lo que vi fue un corazón incomprensiblemente quieto, como si supiera de antemano todo o nada y eso ya no le importara. Me quedé observando un momento y el silencio vino a decirme algo que nosé pronunciar, no aqui o no de esta manera. Trabajé durante horas en mi nuevo proyecto, me quité otros pesos de encima y seguí avanzando por aquel camino en el que ahora avanzo día tras día sin cuestionarme. Unos kilómetros más allá desempaqué lo que traía y me di cuenta de que no había nada, no había traído nada para este viaje....y entonces supe que era cierto: algo profundamente había cambiado.